- Profundidad Máxima: 30 m
- Dificultad: Media
- Corrientes: Leve/Moderada
- Titulación mínima: AOWD
En la cara Sur de los acantilados, a unos 150 m a poniente de la punta, nos encontramos con la inmemorial Cueva del Jarro. Esta gran oquedad esculpida por la fuerza del mar en la montaña, debe su nombre al gran número de ánforas que se han encontrado en sus fondos. Otro hallazgo arqueológico en esta zona ha sido una magnífica coraza griega o púnica del siglo IV AC que se encuentra en el museo arqueológico de Granada. Todo ello nos habla de la posibilidad de uno o más naufragios de naves milenarias que descansan enterradas bajo las arenas del Mar de Alborán.
Bajamos con la referencia de la enorme grieta en el acantilado. A unos 8 m de profundidad es donde se nos ofrece una amplia entrada a la cueva. No nos adentramos demasiado, ya que la cavidad va estrechándose y perdiendo profundidad. Disfrutamos unos minutos del tapiz coralígeno de sus paredes y de los bellos contraluces que se producen en su interior. Estaremos rodeados de reyezuelos y es habitual el encuentro con algún centollo, galateas y santiaguiños. Salimos de la cueva y vamos avanzando dejando la pared a la izquierda. Ganamos profundidad poco a poco, sobrevolando su paisaje formado por grandes piedras de desprendimiento. A los 30 m de profundidad encontramos ejemplares de coral candelabro custodiados por numerosos anthias. Aquí es posible el encuentro con algún mero de buen porte. En la grietas y oquedades, congrios, morenas, brótolas, langostas, algún bogavante y grandes pulpos. Seguimos avanzando con la pared a la izquierda, rumbo Este; ascendiendo poco a poco, gestionando nuestro consumo para que nos permita llegar a la Punta de la Mona. El final de la inmersión es espectacular pasando de un lado a otro de esta magnífica montaña submarina.